lunes, 30 de enero de 2017

Carlos García-Alix



Lo poco que colecciono, lo colecciono de gente a quien aprecio, admiro o, normalmente, ambas cosas a la vez. Ello me lleva a tener que controlarme cuando hago una semblanza o una presentación, a riesgo de caer en la mas relativa de las subjetividades, por objetivamente absoluta que sea. Esto me ocurre también con Carlos, a quien aprecio casi tanto como admiro. 

Carlos no solo es pintor. Es también  editor, historiador y grabador, desconociendo cual de tales facetas ama más. Los libros de artista / carpetas de obra gráfica limitadísima que sacó su "Larga Marcha" son ejemplos de edición inteligente, selecta y bella, solo comparable a su obra pictórica y a un culturón que parece imposible encontrar en la misma cabeza. Y así en su arte une un tremendo don para la pintura con una mezcla subconsciente de genios como Sironi, Deyneka, Filonov, Kirchner o Immendorff que se asoman en cada esquina atisbada de sus edificios, en cada engañina luz o en esa forma que tiene de forzar nuestra visión al punto justo que él quiere con su personal juego de luces, sombras, perspectivas y trucos casi fotográficos. 

Carlos no pinta, dota de vida a bellos Golems que piensan por sí e, independizándose de su padre, le harán eterno

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